Niñez y Cambio Social - Practica 4 de Cambios Sociales

Entre los cambios sociales relacionados con la niñez, hemos seleccionado para analizar, en primer lugar, los tiempos escolares con el debate sobre la jornada escolar en Educación Primaria.
En segundo lugar la reflexión sobre la responsabilidad de las familias en la educación de los niñas y las niñas, así como sus repercusiones legales.
En tercer lugar, el riesgo de los trastornos alimenticios asociados a vivir en la sociedad de la imagen.
Por último, la educación sexual en Educación Primaria es otra de las propuestas de cambio social en la sociedad del S.XXI.
Para ilustrar todos estos temas hemos elegido una serie de vídeos.
Videos
Tiempos escolares: Actividades extraescolares de Miki Nadal
Educación familiar: Decálogo para formar un delincuente
Socialización y repercusiones legales: El juez de menores Emilio Calatayud
Trastornos alimenticios: Anorexia y Bulimia (realizado por alumnas de Educación Social de la EUE de Palencia)
Educación sexual: Lifetime


 ATENCIÓN!!! EN LA WEB DEL CAMPUS VIRTUAL SE HAN ABIERTO UN PAR DE TEMAS EN EL FORO PARA COMENTAR ESTOS VIDEOS

Horario Definitivo 1º A

Horario Definitivo (todo somos humanos asique no dudes en comentar si ves algun error):

1º GRADO DE MAESTRO/A EDUCACIÓN PRIMARIA “A”

LUNES
MARTES
MIÉRCOLES
JUEVES
VIERNES
8-9





9-10
Psicología del Desarrollo
Carlos Martín Bravo
TEORIA
AULA 16
Fundamentos Numéricos y Estra Didáct
María Ortiz
TEORIA
AULA 16
Lengua Castellana
Lengua Castellana
Vidal Torres
TEORIA
AULA 16
Orientación y Tutoría con el alum y familias
Elena Ruiz Ruiz
TEORIA
AULA 16

10-11
SEMINARIO PSIC (S1 ó S2)
Carlos Martín Bravo
Sem Psic.

PRÁCTICA   
O y T ( P1)
Elena Ruiz Ruiz
AULA 22
PRÁCTICA  
 FN ( P1)
María Ortiz
Sem. Mates
PRÁCTICA 
LC (P2)
Vidal Torres
Aula 13


Cambios Sociales, Cambios E. E Inter
XXXXXX
José Miguel G. Pequeño
TEORIA
AULA 4

11-12
SEMINARIO 
CS (S1 ó S2)
José Miguel G. Pequeño 
Sem Tª eHª

SEMINARIO PSIC (S3 ó S4)
Carlos Martín Bravo Sem Psic.
PRÁCTICA  
 O y T ( P2)
Elena Ruiz Ruiz
AULA 22
PRÁCTICA   
FN ( P2)
María Ortiz
Sem. Mates
PRÁCTICA 
LC (P1)
Vidal Torres 
Aula 13


PRÁCTICA   
CS ( P1)
José Miguel G. Pequeño
AULA 22

12-13
SEMINARIO 
FN (S1 ó S2)
María Ortiz
Sem. Mates
SEMINARIO 
LC (S3 ó S4)
Vidal Torres
Aula Posgrado
PRÁCTICA 
PSIC (P1 y P2)
Carlos Martín Bravo
AULA 16
SEMINARIO 
O y T (S1 ó S2)
Elena Ruiz Ruiz
Aula 22
SEMINARIO 
CS (S3 ó S4)
José Miguel G. Pequeño
Sem Tª eHª
PRÁCTICA  
 CS ( P2)
José Miguel G. Pequeño
 AULA 22




13-14
SEMINARIO 
FN (S3 ó S4)
María Ortiz
Sem. Mates
SEMINARIO 
LC (S1 ó S2)
Vidal Torres
Aula Posgrado

SEMINARIO 
O y T (S3 ó S4)
Elena Ruiz Ruiz
Aula 22





Semanas de seminario para S1A y S3A:
Febrero: Del 15 al 19
Marzo: Del 1 al 5, del 15 al 19 y del 29 al 31
Abril: Del 19 al 23
Mayo: Del 3 al 7 y del 17 al 21

Semanas de seminario para S2A y S4A:
Febrero: Del 22 al 26
Marzo: Del 8 al 12 y del 22 al 2
Abril: Del 12 al 16 y del 26 al 30
Mayo: Del 10 al 14 y del 24 al 28






Por norma general las semanas de seminarios deberian ser esas pero los cambios que hagan a posteriori los profesores podrian alterar el calendario.

Clase suspendida de Psicologia el 15 de Marzo

El 15 de Marzo de 2009, no habrá clase de Psicologia, ni teorica ni seminario.
La recuperación de estas clases tendrá lugar el viernes 26 de Marzo con el sigueinte horario:
  • 9.00: Psicología (TEORIA 1A)
  • 10.00: Psicología (Seminario S1A)
  • 11.00: Psicología (Seminario S3A)
Os avisaremos con la mayor antelación posible ante cualquier cambio.

Cambio de Horario en las horas de P1A y P2A

A partir del proximo martes dia 16 de Marzo las clases prácticas de Psicología del grupo de 1º pasaran a darse como una hora teorica adicional, es decir, toda la clase junta.

El Horario definitivo sera los Martes de 12:00 a 13:00

En caso de cambio se tratara de avisar lo antes posible.

Los Videos de Cambios Sociales - Educación con Humor

Buenafuente y su visión de la enseñanza:

Trailer de LA CLASE (Entre les murs):

Clase magistral sobre el fracaso
Se estrena la película francesa que ganó la Palma de Oro en Cannes - Laurent Cantet, su director, rodó con alumnos de un instituto
ELSA FERNÁNDEZ-SANTOS - Madrid - 16/01/2009
clase, la película francesa que logró la Palma de Oro del último festival de Cannes, es la de un hombre que se toma un último respiro antes de la batalla. Una batalla, sin duda, por la que merece la pena resistir: la que cada curso se fragua en el aula de un instituto, donde un profesor de lengua se enfrenta a adolescentes de diverso origen, pelaje, inteligencia y destino. Entusiasmo y desaliento a partes iguales. La película se proyectó el último día del festival y desde ese momento su efecto fue contagioso. El presidente del jurado, el actor estadounidense Sean Penn, resumió así una Palma de Oro unánime: "Ha sido un flechazo. Es el premio que todos buscábamos, una película en estado de gracia".
La clase es el cuarto largometraje de Laurent Cantet (Melle, Baja Sajonia, Alemania, 1961), un cineasta que siempre se ha inclinado por lo documental y que ha logrado devolver a Francia su más preciada corona cinéfila 21 años después de que Maurice Pialat provocara, en 1987, uno de los más sonoros pateos que se recuerdan por el premio a Bajo el sol de Satán.
Todo lo que se cuenta en La clase ocurre entre las paredes del instituto durante los meses de un curso escolar. Cantet creó un taller de trabajo con los alumnos antes de seleccionar a los que formarían el equipo definitivo y rodar, con cuatro cámaras, lo que ocurría entre ellos y su profesor, François Bégaudeau, que se interpreta a sí mismo en un filme basado en su libro Entre los muros. "Éramos un equipo y esa cohesión duró más allá del rodaje, se prolongó durante meses. Éramos uno y esa fuerza se respiró en Cannes. No había papeles grandes o pequeños, lo importante era el equipo. Y esa es la energía que se respira en la película". Cantet explica que la cinta recoge el conflicto entre profesor y alumnos porque los trata como iguales. "Buscaba los momentos de tensión dentro del aula y ver cómo se resolvían. Basta ya de tomar por idiotas a los adolescentes, son bastante más listos de lo que yo era a su edad. La agresividad del profesor es una forma de reconocer que los alumnos merecen ser tratados como iguales. Al provocarles les permite pensar. Aunque yo no diría que es agresividad lo que aplica con ellos sino ironía y verdad. Este profesor no es paternalista, no es como el de El club de los poetas muertos. Yo no quería un maestro que fuera un semidios, uno de esos que siempre tiene la respuesta adecuada. Me da pavor la ejemplaridad de las personas y de las situaciones".
Al hablar del cine francés y educación -de Hoy empieza todo, de Bertrand Tavernier, a La piel dura o Los cuatrocientos golpes, de Truffaut-, Cantet se queda con Jean Vigo y su Cero en conducta: "Tenía exactamente la clase de energía que yo buscaba para este filme. Cero en conducta habla precisamente de cómo en los errores de los adolescentes está lo positivo, es una película dura y pesimista pero está llena de realidad. Y sí, es cierto que La clase también es dura y pesimista, pero hay algo en ella que te dice que se puede esperar mucho de esas nuevas generaciones".
Nuevas generaciones que conviven entre los muros de un sistema con el que chocan frontalmente. "La escuela les integra pero también es, qué duda cabe, un lugar excluyente y discriminatorio, un microcosmos del mundo que les rodea. Ésa es una contradicción que siempre ha estado muy presente para mí. Es un terreno en el que se puede ganar todo pero en el que también perdemos todo. Y ahí está el valor de un profesor como éste, que sabe que su lucha merece la pena aunque siempre fracasará". "Francia", concluye el director, "es un país excluyente y discriminatorio en cuya esfera política hay muy pocos extranjeros. Un país multirracial en el que, por ejemplo, sería impensable la llegada de un Obama".

CRÍTICA: LA PELÍCULA DE LA SEMANA
Tan real como inquietante
CARLOS BOYERO 16/01/2009

Cualquier cinéfilo adulto que haya sufrido el castigo de una educación desastrosa, de un sádico, legitimado e impune abuso de poder, siempre va a guardar en su retina las venganzas libertarias y poéticas de los que sufrieron el yugo como las que describían la maravillosa Cero en conducta, del irreemplazable Jean Vigo, y la incendiaria If, de Lindsay Anderson. Truffaut le devolvió la dignidad al casi siempre mosqueante profesorado narrando la épica labor del humanista Jean Itard para que un niño salvaje aprenda a comunicarse, acepte reglas, afiance su sentido de la justicia, descubra el placer, la utilidad o la necesidad del conocimiento.

LA CLASE
Director: Laurent Cantet. Guión: L. Cantet, François Bégaudeau, Robin Campillo. Basada en la novela Entre los muros, de F. Bégaudeau. Intérpretes: F. Bégaudeau y alumnos del Instituto Françoise Dolto. Francia, 2008. 128 minutos.

Hollywood, con menos afanes didácticos pero sabiendo lo que exige la taquilla, también ha frecuentado con más trampas que verdad, con tesis convenientemente edulcoradas, con la convicción de que finalmente todo el mundo es bueno, las inicialmente conflictivas relaciones entre profesores y alumnos. Y afortunadamente, en los últimos años, directores más preocupados por la cruda verdad que por la tranquilizadora ficción, como Bertrand Tavernier en Hoy empieza todo, Zhang Yimou en Ni uno menos y David Simon y Ed Burns en la cuarta temporada de la serie de televisión The wire, se han propuesto extraer realidad y conclusiones duras de lo que ocurre o puede ocurrir en las aulas, de las relaciones entre profesores y alumnos, de la simbiosis entre las tensiones del mundo exterior y lo que sucede en el colegio, de la sufrida y frecuente imagen del educador que se toma en serio su trabajo, que a pesar de los pesares no se resigna a la derrota, a lanzar la toalla.
Laurent Cantet se suma con la excelente e inaplazable La clase (el título original Entre las paredes es más adecuado) a los que se han propuesto con éxito retratar el muy duro aquí y ahora en la problemática labor de enseñar y de aprender. Nada huele a impostura en esta película. Cantet adapta un libro del profesor Francis Bégaudeau, que interpreta a su propio personaje, en el que cuenta su experiencia a lo largo de un año en un instituto de la periferia de París, habitado por la multirracialidad, por los hijos de la inmigración o por nativos de clase baja lumpen, por alumnos negros que ejercen el racismo con los magrebíes y viceversa, por gente con recelo o desidia ante la autoridad que encarna ese tenaz profesor que se ha propuesto enseñar la asignatura de lengua a sus impuestos, indiferentes o agresivos parroquianos. No le amenazan con pistolas pero los estallidos de violencia entre ellos o contra él pueden ser muy fuertes, tienen sus días mejores y peores, hay listos, normales, tontos, retorcidos, limpios, traumados, osados, dóciles. Hay de todo, como en la vida, pero las posibilidades de que el verdadero profesional de la enseñanza sienta que ha logrado los frutos que se proponía y que los alumnos asuman que estar entre las paredes es gratificante o decisivo para su futuro, pertenecen al reino de la utopía.
Cantet narra esta historia sin solución y claustrofóbica con espíritu documentalista, plasmando la autenticidad de personajes y situaciones, haciendo que alumnos y profesores se interpreten a sí mismos, huyendo del efectismo, el discurso y la moralina. Y lo hace admirablemente, logrando que el espectador se sienta incómodo, testigo de algo que se parece excesivamente a la vida cotidiana.

La clase (Entre les murs), de Laurent Cantet
Las cuatro paredes de una clase y los otros tantos muros de una escuela, un grupo de alumnos multiculturales, un puñado de profesores luchando contra lo imposible y un propósito: mostrar el presente. Eso es “La clase”. Y es mucho.
Dicen no pocos sociólogos y filósofos sociales (Bauman, Beck, Luhmann…) que la característica o contradicción más destacada del momento presente (llámese posmodernidad, modernidad líquida o tardía, capitalismo global o neoliberal…) es la absoluta incongruencia entre los problemas y las soluciones, entre el poder y la política: estando afectados por problemas o conflictos de orden global, sólo sabemos proponer soluciones de alcance y naturaleza locales (responder con políticas autonómicas a crisis mundiales, inventar recetas fiscales nacionales para combatir movimientos financieros internacionales… o solucionar los conflictos educativos desde el interior de una escuela).
Y, claro, no parece especialmente difícil de adivinar las consecuencias de tamaña incongruencia: impotencia e inoperancia. Desde lo local, lo concreto o inmediato parece difícil, acaso imposible, dar soluciones a problemas de naturaleza global, abstracta o simplemente mundial… ¡y sin embargo no parece que tengamos otra opción!
Ante esta incongruencia que nos define caben dos opciones consolatorias: declarar la globalidad de los problemas para inmediatamente después decretar la imposibilidad de solucionarlos (”nada se puede hacer, esto es lo que hay”); o refugiarse en lo local, lo cercano o inmediato (poco importa que sea la identidad -la sexual o la otra-, el centro de trabajo o el equipo de futbol; la familia, el barrio, el pueblo o la supuesta nación) y hacer como si lo global no existiese y no nos afectase. Como si fuese suficiente imaginar pequeños mundos perfectos e identificar después a los responsables de que tales ensoñaciones no se pongan en práctica (”los poderosos”, “los hombres”, “los burócratas o los políticos”, “los barrios, pueblos o naciones vecinas”…).
Pero cabe una tercera opción, la de la película que hoy toca: trazar una frontera entre lo local y lo global (en este caso entre la escuela y el mundo fuera de la escuela), encerrar la mirada (en este caso la cámara, la narración, la película misma) en ese orden local (en los cuatro muros de una escuela interracial parisina), para mostrar, sin enseñar, todo aquello que desborda la clase, la escuela, el barrio y la ciudad misma.
Sin salir de los muros de una escuela, sin que la cámara muestre otra cosa que lo que ocurre en una clase durante un año escolar, el espectador ve y va mucho más allá: familias estructuradas y desestructuradas, mercados de trabajo, imágenes del mundo que funcionan como auténticas prisiones mentales, conflictos internacionales y movimientos migratorios, jerarquías sociales, salariales, mundiales… No hace falta enseñar para que el ojo perciba, y Cantet se mueve a la perfección en esa frontera que, separando lo local (la escuela) de lo global (un mundo que no se ve pero que está permanentemente presente), muestra su irremediable imbricación.
No hay, por tanto, soluciones (ni los burócratas ni los políticos, ni la desilusión de los profesores ni ningún tópico del estilo aparecen aquí como los responsables de la selva educativa actual), no hay concesiones al optimismo ni ocultación de la complejidad del conflicto. Se muestra lo que hay: impotentes soluciones locales a inabarcables problemas globales.
Y se muestra todo esto con una precisión rara veces vista: precisión en los diálogos (nada sobra en lo que se dice, ningún diálogo encubre manifiestos, propuestas o proclamas), precisión en la actuación (jóvenes interpretándose a sí mismos con tal elocuencia y credibilidad que es la propia interpretación la que parece ausente, y profesores tan reales como débiles y llenos de conflictos), precisión, también, en la elección de las escenas, los personajes y los temas…
Y la película muestra una cosa más, esta vez para el cine y los que lo hacen: cuando se tiene algo que contar (y cada vez ocurre con menos frecuencia), cuando se tiene claro por qué y para qué contarlo, cuando, en resumen, hay una verdadera necesidad narrativa, el cómo (la actuación, la dirección, los diálogos y demás elementos narrativos)… simplemente funcionan como el mecanismo de un reloj.

Crítica La Clase Cinematical

Ir a ver La clase no es sólo la oportunidad de saber cuáles son los méritos de una de las películas más reconocidas del año, de saber por dónde respiraba el jurado de Cannes de este año o de qué le han visto a la cinta la Academia americana que la ha preseleccionado para los Oscar, también es una oportunidad de reflexionar sobre el sistema educativo, sobre la inmigración y, sobre todo, sobre las cada vez más difusas fronteras entre el documental y la ficción.
François Begaudeau era un profesor al que le gustaba escribir y también el cine. Y no sólo es que le gustase, es que encima se le daba bien -fue crítico del Cahiers du Cinema-. Un buen día decidió escribir sus experiencias como profesor en un instituto de un barrio de los suburbios de París, narrar como era su día a día en el trato con los alumnos y las dificultades que se le presentaban. Lo hizo en forma de novela pero lo que contaba era absolutamente real.
Otro día afortunado, un director de cine con experiencia se topó con el libro de Begaudeau, Entre los muros, que en España ha aparecido ahora como La clase, y le gustó. Laurent Cantet decidió llevar la novela de no ficción a la gran pantalla. Para escribir el guión decidió contar con el propio autor del libro, que no era ningún novato, y además le pidió que protagonizase la película. ¿Puede haber algo más auténtico?
Se van al mismo instituto donde Begaudeau había trabajado en su día, y cogen a unos 50 chavales y se ponen a trabajar con ellos. Seleccionan a la mitad y se ponen a rodar. Parten de un guión preestablecido, pero abierto a la improvisación -¿alguien puede pensar que los rebeldes de un instituto como ese van a estudiarse los diálogos y a recitarlos correctamente?-, y graban con la técnica multicámara para no tener que cortar, colocando todas las cámaras a un mismo lado del aula para no tener que interrumpir demasiado. A partir de ahí, se trata de impartir las clases.

¿Cuál es la diferencia de esto con un documental? Simplemente, que cuando se rodó, Begaudeau ya no era profesor de ese instituto, y que los papeles de los alumnos son una mezcla de ellos mismos y de los alumnos que en su día tuvo en la vida real su profesor en la ficción. Si no fuera por esos pequeños detalles, La clase sería uno de los mejores documentales sobre el sistema educativo francés actual y sobre el trabajo de los profesores de enseñanza secundaria. En lugar de eso, es la mejor película de ficción sobre el sistema educativo francés y sobre el trabajo de los profesores de enseñanza secundaria.
La ficción y la realidad se entremezclan cada vez más, sin que las fronteras entre ambos queden claras en la mayoría de las ocasiones. ¿Debe un documentalista intervenir sobre larealidad o simplemente filmar lo que ocurre desde una posición neutral? Un cineasta que rueda al modo de Cantet, ¿es un director de cine, un creador de historias, o es un documentalista en toda regla?
Las antiguas definiciones ya no sirven. Basta pasarse por cualquier festival de documentales de los muchos que florecen por el país para darse cuenta. Y eso, de momento, está siendo muy bueno para el cine. Los documentales son cada vez más interesantes, y las películas de ficción nos transmiten cada vez mejor la esencia de la vida convirtiéndose en testigos de nuestro tiempo.